

Deriva del latín argumento ‘contra el hombre’ este tipo de argumento con nombre un tanto difícil pero muy frecuente, sobre todo en cualquier debate de radio o televisión. Este argumentum ad hominen es una falacia, esto es razonamiento que parece válido pero es erróneo, así que si seguimos este argumento las conclusiones será también erróneas.
En otro artículo de Blogdelamente hablamos del pensamiento dicotómico, todo o nada, hoy te contamos más sobre ‘el argumentum ad hominem’.
¿En qué consiste el argumentum ad hominem?
En este tipo de argumentos se va contra la persona y sus circunstancias, más que contra el argumento en sí.
Para explicarlo veamos un ejemplo.
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El presidente de la Generalitat de Cataluña, Artur Mas da su opinión sobre un ‘hecho que llamamos B’.
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Como esta persona- está siendo cuestionada por la consulta popular organizada el 9 de noviembre (por el tema de la independencia de Cataluña y tiene parte de la opinión en su contra), resulta que hay gente que puede rechazar de plano ‘todo lo que diga’.
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Por lo tanto ‘el hecho B ‘expresado por Artur Más es falso. (no se tienen en cuenta lo que dice, sino quién lo dice).
Esto es una falacia porque no tiene nada que ver que hipotéticamente Artur Mas (o cualquiera) sea criticado o estuviera imputado por algún delito para que por eso todo lo que diga sea falso. Puede ser alguien impopular y estar diciendo la verdad.
En este tipo de falacias funciona lo que se llama ‘el efecto halo’ que es un sesgo cognitivo donde una personan se ve influida por cosas que no tienen nada que ver con el argumento en si. Ejemplo una mujer atractiva o alguien famoso se les percibe como más inteligentes que alguien feo o poco conocido, cuando esto no tiene nada que ver.
Argumentum ad hominem en política
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Este tipo de falacias las vemos constantemente en la política. Se señalan cosas malas que han sucedido y se responsabiliza directamente a los responsables políticos, de un bando u otro. Muchas veces el hecho sucedido es fortuito, un desastre, un accidente, pero se buscan responsables políticos. Cualquier argumento que se de por parte de un bando u otro no se tiene en cuenta, ni siquiera informes técnicos. Sencillamente se capitaliza un hecho para atacar al contrario, se pasa al ataque o al ‘y tú más’. Se usan los desastres – por ejemplo – para hacer ver que el oponente no ha actuado bien y por tanto debe dejar su cargo.
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O cuando el responsable de la oposición critica la corrupción y pide dimisiones en el partido del PP, pero cuando la corrupción salpica su partido – ahí no pide dimisiones- el argumento solo es válido para el oponente.
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Fuente|http://philosophy.lander.edu